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¿Dónde ver el atardecer en Sevilla?

Guías

El sol en Sevilla cae lento, dorado y con arte. Y aunque aquí no hay mar, los atardeceres juegan con los tejados, las torres, los reflejos del Guadalquivir y la luz anaranjada que lo pinta todo. Desde alturas, jardines o paseos junto al río, hay muchas formas de despedir el día en la ciudad hispalense. Aquí van los mejores sitios para ver cómo se va el sol… y cómo Sevilla se pone aún más bonita.

Setas de Sevilla (Metropol Parasol)

Este mirador moderno en plena Plaza de la Encarnación es uno de los más top para ver el atardecer desde las alturas sin salir del centro. Las Setas ofrecen una panorámica de 360 grados sobre Sevilla, con la Giralda al fondo y el cielo cambiando de tonos como si fuera un filtro natural.

Cuando el sol baja, todo se vuelve más tranquilo arriba. El calor se suaviza y la ciudad se tiñe de tonos naranjas y violetas. Además, hay bar, música suave y un ambiente bastante chill. Perfecto para ver cómo cae el sol y, si te apetece, tomarte algo sin prisa.

Plaza de España

Un clásico que nunca falla. Aunque no sea un mirador elevado, la Plaza de España se convierte en un espectáculo visual al atardecer. Las luces doradas rebotan en los azulejos, en el canal, en los arcos… y todo parece sacado de una peli de fantasía.

Lo bonito aquí es el contraste entre el movimiento —turistas, parejas, músicos callejeros— y la calma del sol bajando. Puedes sentarte en uno de los bancos o pasear despacio mientras todo se va apagando poco a poco. Plan sencillo, gratuito y muy sevillano.

Torre Sevilla

Este rascacielos —el más alto de Andalucía— tiene un mirador panorámico brutal. Desde la planta 37 puedes ver toda Sevilla desplegada como un mapa: el río, la Catedral, los barrios históricos y hasta la silueta de los pueblos cercanos.

Subir justo antes del atardecer es un acierto. Mientras la ciudad va cogiendo ese tono dorado y el sol cae hacia el Aljarafe, tú estás ahí arriba, con vistas despejadas y sin agobios. Ideal si buscas algo más moderno y tranquilo, lejos del bullicio turístico habitual.

Cubierta de la Catedral de Sevilla

No es un mirador cualquiera. Subir a la cubierta de la Catedral es como caminar entre las nubes con siglos de historia bajo tus pies. Desde lo alto, Sevilla se ve con otros ojos: los tejados, la Giralda al lado, el sol bajando justo detrás del horizonte. Es uno de esos lugares que impresiona incluso antes de que empiece el atardecer.

La visita es guiada, así que hay que planificarla con antelación, pero vale completamente la pena. El momento mágico es cuando la luz dorada baña las piedras antiguas y todo queda en silencio por unos segundos. Sevilla desde aquí arriba parece un suspiro lento. Literal.

Terraza del EME Hotel

Justo enfrente de la Catedral, esta terraza es de las más conocidas (y cotizadas) para ver el atardecer en plan chill. Es un rooftop con vistas privilegiadas a la Giralda, ambiente moderno y una carta de cócteles que no está nada mal si lo tuyo es disfrutar con estilo.

Ideal para una cita, para empezar la noche o para sentarte con amigos y ver cómo la ciudad cambia de color mientras suena música suave de fondo. A veces hay que esperar un poco para pillar sitio, pero la experiencia merece la pena, sobre todo cuando el cielo se vuelve rosa y la Giralda se enciende.

Atardeceres junto al río Guadalquivir

Ver caer el sol reflejado en el Guadalquivir tiene algo hipnótico. No necesitas estar en lo alto para disfrutarlo: basta con encontrar el lugar perfecto junto al río. En la orilla oeste, cerca del barrio de Triana, hay tramos donde sentarse en el muro, apoyar los pies en el bordillo y simplemente mirar.

La luz del atardecer aquí es cálida y lenta, y se mezcla con el sonido del agua y los pasos tranquilos de la gente que pasea. Además, el reflejo del cielo en el río lo convierte todo en una pintura en movimiento. Uno de los planes más sencillos y bonitos para acabar el día.

Torre del Oro

Clásico donde los haya. La Torre del Oro, junto al río, es uno de los iconos de Sevilla y un sitio top para ver el atardecer si te gusta eso de mirar la historia de frente. Desde su base o desde el paseo que la rodea, tienes vistas directas al Guadalquivir, al puente de Triana y al cielo que va cambiando sin prisa.

Puedes sentarte en los bancos cercanos, caminar hacia el puente o simplemente quedarte quieto viendo cómo la torre se tiñe de naranja y se convierte en oro de verdad bajo la luz del sol. Romántico, sencillo y 100% sevillano.

Puente de Triana (Bajos del Puente)

El Puente de Triana es uno de esos lugares donde el atardecer tiene banda sonora: risas, guitarras, charlas al ritmo lento del final del día. Pero el secreto está debajo, en los bajos del puente, justo al borde del río. Allí, con el reflejo del sol sobre el agua y la ciudad iluminándose poco a poco, la magia es otra.

Es un rincón más tranquilo, con vistas directas a la Torre del Oro y al perfil del centro histórico. Perfecto para sentarte con una birra fría, cámara en mano o simplemente para dejar pasar el tiempo. Un atardecer aquí tiene sabor a barrio, a verano, a Sevilla real.

Muelle de Nueva York

Este muelle es uno de esos espacios amplios y poco masificados donde el atardecer se vive sin filtros. Está junto al río, frente a la Torre del Oro, y aunque no es tan conocido como otros puntos, su amplitud y tranquilidad lo hacen ideal para ver cómo el día se despide.

Tiene bancos, árboles y espacio para sentarse en el suelo sin agobios. Desde aquí, el Guadalquivir refleja los últimos rayos del sol mientras las luces de la ciudad se encienden poco a poco. Muy buen sitio para ver el atardecer en pareja, con amigos o simplemente en modo contemplativo.

Atardeceres en espacios verdes y monumentales

Cuando el calor afloja, los parques y jardines de Sevilla se llenan de vida lenta. Aquí, el atardecer no solo se ve: se respira entre árboles, fuentes y caminos tranquilos. Desde zonas monumentales como el Real Alcázar hasta jardines abiertos como el Parque de María Luisa, la ciudad tiene rincones verdes donde despedir el día sin prisas y con sombra.

Ya sea para caminar entre flores, escuchar el canto de los pájaros o simplemente tumbarse en el césped, estos espacios ofrecen una forma distinta de vivir la puesta de sol. Menos selfie y más conexión con lo que te rodea. Porque a veces, lo mejor del atardecer no está en el cielo… sino en la calma que deja.

Jardines del Real Alcázar

Dentro del Alcázar, los jardines son un auténtico oasis. Y cuando el sol empieza a caer, el aire se llena de esa luz dorada que atraviesa los setos, roza las fuentes y convierte cada rincón en un cuadro. No es el lugar más elevado, pero tiene algo especial: silencio, historia y belleza natural.

Ideal para una visita al final de la tarde. Puedes perderte entre sus caminos, encontrar rincones casi vacíos y ver cómo el día se apaga entre árboles centenarios y arquitectura morisca. Es uno de esos sitios donde todo parece más suave al atardecer.

Parque de María Luisa

El pulmón verde de Sevilla también sabe despedir el día con elegancia. Cuando el sol baja, el Parque de María Luisa se vuelve aún más bonito: la luz se filtra entre los árboles, los bancos se llenan de sombras alargadas y el ambiente se vuelve casi cinematográfico.

Aquí no hay miradores elevados, pero sí rincones tranquilos para ver cómo el cielo cambia de color entre palmeras y fuentes. Es un lugar ideal para una tarde slow, una merienda en el césped o un paseo sin rumbo. Y si pillas la hora buena, la puesta de sol convierte hasta el banco más normal en un sitio especial.

Azoteas de Triana

Triana no solo es arte, tapas y vida en las calles: también es hogar de muchas azoteas con vistas únicas. Desde aquí puedes ver cómo el sol cae justo detrás de la ciudad, tiñendo de dorado las fachadas blancas y reflejándose en los cristales de los edificios del centro.

Algunas azoteas son privadas, otras pertenecen a bares o pequeños hoteles, pero todas comparten ese punto canalla y auténtico. Si tienes la suerte de conocer a alguien que viva allí, no lo dudes: un atardecer desde una azotea trianera, con vistas al puente y al río, es una de esas joyas secretas que no se olvidan.

Jardines de las Delicias

Un lugar que, como su nombre indica, es un auténtico capricho a la hora dorada. Menos turístico que otros parques, los Jardines de las Delicias son amplios, tranquilos y perfectos para desconectar en medio de la ciudad. La luz del atardecer aquí se cuela entre la vegetación y crea rincones llenos de calma.

Es un plan sin complicaciones: vas, te sientas bajo un árbol, respiras y dejas que el día se termine solo. Perfecto para quienes buscan un cierre relajado, sin ruido, sin multitudes, solo tú, la naturaleza y un cielo que se va apagando poquito a poco.

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