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Viajar con amigos es otra liga: más risas, más anécdotas y, a veces, más caos. Pero si eliges bien el destino, puedes tener un viaje épico sin fundirte la cuenta. Aquí van algunas opciones dentro de España donde se come bien, se pasea mejor y el presupuesto no se dispara.
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No hace falta irse al otro lado del mundo para pasarlo bien. España está llena de ciudades con buen ambiente, precios razonables y ese punto justo entre cultura, fiesta y tapeo. Perfectas para una escapada con colegas sin hipotecarse.
Granada tiene algo que engancha. Tapas gratis con la bebida, ambiente joven por la uni y la Alhambra ahí, presidiendo sin hacerse la importante. Puedes perderte por el Albaicín o acabar en un bar flamenco improvisado, todo sin gastar mucho.
A nivel alojamiento y comida, es de las ciudades más amables con el bolsillo. Y encima, con sierra y playa relativamente cerca. Plan redondo.
Sol, playa, y una ciudad que ha sabido modernizarse sin perder su esencia. Valencia tiene buen rollo, barrios como Ruzafa para salir y muchas opciones gratis: desde paseos por el Turia hasta tardes en la Malvarrosa.
Moverse es fácil y barato, y si compartís un piso turístico entre varios, el gasto se reparte muy bien. Perfecta para combinar relax y marcha.
Aquí cada esquina tiene historia, pero también bares donde las cañas no duelen al bolsillo. Sevilla es vibrante, cálida y con ese punto de autenticidad que se agradece. Ideal para andar, tapear y, si cuadra, pillar una fiesta local.
Ir en grupo es un plus: muchos alojamientos están pensados para compartir. Y la ciudad se vive más caminando que gastando.
Un destino menos obvio, pero con mucho que ofrecer. Zaragoza tiene precios bajos, buen tapeo y una vida cultural bastante movida. Además, está bien conectada si venís de distintos puntos de España.
Es fácil de recorrer, no está masificada y ofrece un mix interesante de historia y modernidad. Para un plan tranquilo, pero con chispa.
Universitaria, bonita y con ambiente todo el año. Salamanca es de esas ciudades donde siempre hay algo que hacer sin vaciar la cartera: museos, terrazas, rutas por el casco histórico…
Y sí, la noche salmantina es famosa por algo. Para grupos que buscan cultura de día y copas de noche, sin complicaciones.
Si el plan con amigos es más de botas que de chanclas, este bloque es el vuestro. Rutas, paisajes que parecen de otro planeta y pueblos con encanto donde reponer fuerzas después de patear. Aquí hay aventura, pero también buena comida y desconexión total.
Montañas de verdad, de las que imponen. Los Picos de Europa son un paraíso para senderistas, escaladores y amantes de los paisajes épicos. Hay rutas para todos los niveles, y cada mirador parece sacado de un fondo de pantalla.
Perfecto para una escapada activa con amigos, especialmente si os va dormir en albergues o casas rurales. Y ojo con la fabada… que llena, pero sienta gloria tras una buena caminata.
Un clásico que nunca falla. La Sierra de Cazorla es verde, salvaje y llena de rincones para perderse. Ríos, pozas, senderos entre pinares… y bastante menos masificada que otros destinos naturales.
Podéis combinar rutas con kayak, bañitos en el río o simplemente un picnic en mitad del bosque. Naturaleza a lo grande, pero sin agobios.
Sí, parece que te has teletransportado a Arizona, pero estás en Navarra. Las Bardenas son un paisaje semidesértico brutal, ideal para fotos, rutas en bici o simplemente flipar un poco con el entorno.
Eso sí, aquí el sol no perdona, así que venid preparados. No hay muchas sombras, pero la experiencia es única. Y bastante desconocida, lo que siempre suma puntos.
Montañas con encanto, lagos de postal y pueblos que parecen maquetas. Los Pirineos catalanes ofrecen naturaleza a lo grande, pero también relax y buena gastronomía.
Ideal para grupos con ganas de hacer deporte, pero también de acabar el día con un buen plato de cuchara y vistas a lo verde. Hay refugios, campings y hasta spas si queréis mezclar aventura con confort.
Un parque natural con playas vírgenes, rutas costeras y un rollo tranquilo que enamora. Cabo de Gata es perfecto si queréis naturaleza, pero con sol y chapuzón incluido.
Pueblos como San José o Las Negras tienen ese punto bohemio y relajado, y se pueden hacer rutas en kayak, snorkel o senderismo por acantilados. Naturaleza, pero con salitre.
Si el plan es bailar hasta que salga el sol (y luego un poquito más), estos destinos lo tienen todo: discotecas míticas, chiringuitos animados y ambiente non-stop. No son sitios para descansar, pero sí para volver con historias que probablemente solo entenderéis vosotros.
Ibiza no necesita presentación. Es la meca del fiestón, con clubs que parecen sacados de otro planeta y DJs internacionales cada semana. Pero también tiene calas escondidas donde recuperar energías entre sesión y sesión.
Eso sí, prepara la cartera: no es el destino más barato, pero si vais en grupo y os organizáis bien (airbnb, compras comunes, algún día sin discoteca), se puede disfrutar sin tirar la casa por la ventana.
Benidorm es un clásico que nunca pasa de moda. Tiene playa, fiesta y ese toque kitsch que lo hace único. Aquí no hay postureo: es diversión a lo bestia, de día y de noche.
Los precios son más amables que en otros destinos y hay opciones para todos los bolsillos, desde pubs con karaoke hasta discotecas con piscina. Perfecto para grupos grandes que solo quieren pasarlo bien sin complicarse.
Magaluf es pura energía nocturna. Mucho público joven, ambiente internacional y una zona de bares donde la música no para. Si buscáis fiesta sin parar, este es vuestro sitio.
Es fácil encontrar paquetes baratos de hotel + entrada a clubs, y aunque no sea lo más glamuroso del mundo, la diversión está garantizada. Aquí se viene a eso, y nadie lo esconde.
Durante el día, Salou parece un destino tranquilo de playa… pero cuando cae la noche, se transforma. Hay muchos locales para salir, precios asequibles y un ambiente joven que no decepciona.
Además, está PortAventura a tiro de piedra por si queréis mezclar resaca con adrenalina. Buen combo para un finde largo con colegas.
Lloret tiene fama de fiestero, y no es casualidad. Discotecas enormes, conciertos al aire libre y bares que no cierran hasta que el cuerpo dice basta. Ideal para grupos con ganas de quemar zapatilla.
También es uno de los destinos con más opciones de alojamiento barato, sobre todo si se viaja fuera de temporada alta. Fiesta asegurada, sin dramas logísticos.
No todo va a ser playa y copas. Si en el grupo hay amantes de los museos, las buenas exposiciones y los paseos con historia, estos destinos culturales lo tienen todo: arte, gastronomía y planes para llenar la agenda sin pisar una sola discoteca (o solo una, por si acaso).
Madrid es un parque temático para los curiosos: museos de talla mundial, barrios con personalidad y planes para cada tipo de amigo. Desde el Reina Sofía hasta una ruta de tapas por La Latina, aquí nunca falta plan.
Y aunque parezca cara, se puede hacer mucho sin gastar: expos gratis, walking tours y atardeceres de lujo en El Retiro o el Templo de Debod. Perfecta para una escapada con ritmo.
Barcelona es cultura con vistas al mar. Puedes pasar del MACBA al Born en un paseo, y acabar viendo una peli al aire libre con la brisa del Mediterráneo. Arquitectura modernista, arte urbano y conciertos a cada paso.
Ideal para grupos variados: mientras unos exploran museos, otros pueden tirarse en la Barceloneta. Y luego, todos a cenar por el Raval o el Gòtic.
Córdoba es pequeña, pero lo que tiene, lo tiene bien. La Mezquita-Catedral impresiona a cualquiera, y su casco antiguo es una joya para caminar con calma. En grupo, lo mejor es dejarse llevar entre calles estrechas, patios floridos y tabernas con salmorejo.
Además, es un destino asequible y tranquilo, con ese puntito andaluz que siempre suma. Historia y tapeo, plan perfecto.
Aquí el viaje tiene alma. Aunque no hagáis el Camino, Santiago transmite ese algo especial: plazas de piedra, estudiantes por todas partes y un casco histórico que invita a charlar y callejear.
Ideal para un grupo que busque desconexión con contenido. Y si llueve (probable), cafés acogedores y tarta de Santiago lo arreglan todo.
Bilbao ha cambiado mucho, pero sin perder su esencia. Ahora mezcla tradición con vanguardia: Guggenheim por la mañana, pintxos por la tarde. Y si cae algún plan indie por la noche, tampoco está mal.
Es una ciudad fácil de recorrer a pie o en tranvía, perfecta para grupos que disfrutan tanto de un buen plato como de una buena expo.