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Tim Burton no es solo un director; es un universo entero. Su estilo inconfundible mezcla lo macabro con lo tierno, lo fantástico con lo melancólico. A lo largo de su carrera ha creado personajes inolvidables, escenarios que parecen salidos de un sueño (o una pesadilla) y películas que marcan a quien las ve. En esta lista repasamos sus 10 mejores películas: esas que hay que ver al menos una vez en la vida… o muchas más.
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Un matrimonio fallece y queda atrapado como fantasma en su propia casa. Todo va bien, hasta que una nueva familia se muda… y deciden invocar a un espíritu bastante peculiar para echarlos: Beetlejuice. El resultado es una mezcla única de humor negro, estética gótica y personajes tan locos como carismáticos. Michael Keaton se luce en un papel que se convirtió en icono.
Beetlejuice es de esas películas que definen el sello Burton desde el minuto uno. Caótica, divertida y visualmente impactante. La vi por primera vez en VHS y desde entonces la he vuelto a ver mil veces. Sigue siendo igual de disfrutable: es como una pesadilla divertida de la que no quieres despertar.
Eduardo es una creación incompleta de un inventor solitario. Vive solo en una mansión hasta que una mujer del vecindario lo descubre y lo lleva con ella. El problema es que en lugar de manos, Eduardo tiene tijeras. Lo que empieza como una historia encantadora se convierte en una reflexión sobre la diferencia, el amor y el rechazo.
Esta película duele bonito. Es de esas historias que te tocan el corazón sin necesidad de grandes discursos. Johnny Depp está inmenso, y la ambientación es puro Burton: entre lo gótico y lo suburbano, entre lo mágico y lo triste. Es mi favorita, sin dudarlo.
Después del éxito de su primer Batman, Tim Burton volvió a ponerse tras la cámara y llevó la oscuridad un paso más allá. Aquí tenemos una Gotham gélida, casi teatral, y dos villanos memorables: El Pingüino y Catwoman. La película tiene un tono más siniestro, más introspectivo, pero sin perder el espectáculo.
Para muchos (me incluyo), esta es la mejor adaptación de Batman. No solo por la estética burtoniana que se nota en cada plano, sino por la complejidad de sus personajes. Es menos cómic y más cuento gótico. Una rareza dentro del cine de superhéroes… y por eso mismo, un clásico imprescindible.
Jack Skellington, el rey de Halloween, descubre la Navidad y se obsesiona con llevar su propia versión de esta fiesta al mundo real… con resultados bastante peculiares. Aunque dirigida por Henry Selick, la historia, personajes y estilo visual llevan el sello total de Tim Burton: oscuro, poético y brillante.
Es imposible no quedar atrapado por la estética y las canciones de esta película. La vi de niño y me fascinó, pero lo mejor es que la sigo disfrutando igual de adulto. Tiene esa mezcla única de melancolía y magia que solo Burton sabe conjugar. Y sí, es de Halloween… pero también de Navidad. O de cuando quieras, en realidad.
Aquí Burton cambia de registro y se mete en el biopic más peculiar que ha hecho: la historia de Ed Wood, considerado “el peor director de cine de la historia”. En lugar de ridiculizarlo, lo retrata como un apasionado soñador, enamorado del cine y rodeado de personajes entrañables y marginales. Rodada en blanco y negro, es una joya.
Esta peli es para amantes del cine con mayúsculas. La interpretación de Johnny Depp es excelente, y Martin Landau como Bela Lugosi… inolvidable. Es una carta de amor al cine B, a los frikis con ilusión y a los que nunca se rinden. Siento que cuanto más la veo, más me gusta.
Basada en el clásico de Washington Irving, esta adaptación libre nos presenta al investigador Ichabod Crane intentando resolver unos asesinatos cometidos por un jinete sin cabeza. Oscura, sangrienta y con una estética de cuento gótico que te atrapa desde el primer plano.
Sleepy Hollow es probablemente de las películas más “Burton” en todos los sentidos. La atmósfera es tan densa que casi puedes oler el bosque húmedo. Johnny Depp vuelve a bordar su papel, y la historia mezcla terror con misterio de forma deliciosa. Ideal para una noche lluviosa con luces apagadas.
Tim Burton se atrevió con el reboot de un clásico de la ciencia ficción. En esta versión, un astronauta aterriza en un planeta gobernado por simios inteligentes y opresivos. Aunque visualmente impactante, la película fue bastante divisiva entre los fans del original.
No voy a mentir: no es mi favorita de Burton. Se nota su mano en el diseño y la atmósfera, pero la historia no acaba de despegar como debería. Aun así, tiene momentos potentes y una estética que, como siempre, deja huella. Es una curiosidad dentro de su filmografía, más experimental que emocional.
Big Fish cuenta la historia de un padre que siempre ha vivido entre realidad y fantasía, y de su hijo, que intenta entender quién fue realmente. A través de flashbacks llenos de magia, circo y gigantes, esta película nos lleva por una montaña rusa emocional que habla del poder de los relatos y del vínculo entre padres e hijos.
Es, sin duda, una de las películas más emotivas de Tim Burton. Aquí deja un poco de lado su lado más gótico para centrarse en lo mágico y lo humano. La vi con cero expectativas y terminé con los ojos brillando. Es de esas pelis que te remueven por dentro y te hacen querer llamar a tus padres.
En esta joya animada, un joven se encuentra accidentalmente comprometido con una novia muerta mientras ensayaba sus votos de boda en el bosque. Entre el mundo de los vivos y el de los muertos, la historia mezcla romanticismo, humor negro y esa estética que solo Burton sabe ejecutar tan bien.
Me encanta cómo esta película convierte lo macabro en algo dulce y entrañable. Visualmente es preciosa, con ese stop motion que parece tallado a mano, y la banda sonora de Danny Elfman acompaña de maravilla. Si tienes un día gris, verla es como meterte en un cuento gótico reconfortante.
Aquí Burton se mete de lleno en el musical oscuro por excelencia. Sweeney Todd cuenta la historia de un barbero que vuelve a Londres para vengarse del juez que destruyó su vida. Lo que sigue es un festival de cuchillas, empanadas humanas y canciones sombrías, todo con ese estilo teatral y excesivo que le va como anillo al dedo.
Es de las pelis más sangrientas de su filmografía, pero también de las más elegantes. Johnny Depp está brutal (literalmente) y Helena Bonham Carter tiene uno de sus papeles más icónicos. La estética es una delicia, la música engancha y el humor negro brilla. No es para todos los públicos, pero si te gusta el cine con filo, esta te va a encantar.