SMOKING SHOP
Nuestra tienda online ha llegado
DESCUBRE NUESTRAS SUDADERAS, CAMISETAS CON DISEÑOS EXCLUSIVOS Y MUCHO MÁS.
Hacerse un piercing en la nariz puede parecer un detalle pequeño, pero si no lo cuidas bien, puede convertirse en un problemón. No se trata de obsesionarse, pero sí de tener claro cómo limpiarlo correctamente desde el primer día. Un piercing, al fin y al cabo, es una herida abierta (aunque muy cool), y como cualquier herida, necesita higiene, constancia y un poco de paciencia para que cicatrice bien.
Así que si acabas de pasar por la aguja o llevas días con esa duda de “¿lo estaré haciendo bien?”, aquí te contamos cómo desinfectarlo de forma segura, qué productos usar y qué evitar para que no se te complique. Spoiler: menos es más.
Contents
La limpieza diaria es clave, pero no hace falta vaciar el botiquín. El mejor producto para desinfectar un piercing en la nariz es suero fisiológico estéril. Sí, ese bote transparente que venden en la farmacia, barato, sin olor ni color, pero muy efectivo. Lo ideal es aplicarlo con una gasa estéril (nada de algodón que suelte pelusas), dos veces al día: mañana y noche.
Otra opción segura, si no tienes suero, es hacer una solución salina casera con agua hervida (ya fría) y una pizca de sal marina sin yodo. Pero ojo: esto es solo si no tienes acceso al suero. Siempre que puedas, usa productos preparados específicamente para el cuidado de piercings, que ya vienen con el equilibrio perfecto.
Y muy importante: nunca uses alcohol, agua oxigenada ni betadine, porque resecan demasiado y pueden irritar más que ayudar. Nada de cremas, aceites ni “remedios caseros raros”. Menos brillos y más limpieza básica.
Ese bultito que aparece cerca del piercing —rojo, molesto y que parece no irse— es más común de lo que crees. No siempre es una infección grave: muchas veces es una reacción del cuerpo al estrés, al roce o incluso a tocarlo más de la cuenta con las manos sucias. Puede tratarse de un granuloma, una pequeña acumulación de tejido que aparece cuando algo interrumpe el proceso de cicatrización.
Para curarlo, lo primero es no apretar, no explotar, y no quitar el pendiente. La solución pasa por volver a una rutina de limpieza estricta con suero fisiológico dos veces al día, y aplicar compresas calientes con agua salina (tipo infusión de sal marina) durante unos minutos. Esto ayuda a desinflamar y drenar de forma natural.
Si el bulto persiste más de dos semanas, crece, o empieza a supurar con mal olor, lo mejor es consultar a un profesional del piercing o incluso a un médico. A veces, el cuerpo está intentando rechazar la joya, y forzarlo puede empeorar las cosas. Pero si pillas el problema a tiempo y no lo manipulas demasiado, suele mejorar sin dramas.
Vale, hablemos claro: si ves enrojecimiento intenso, dolor, calor en la zona, pus amarillenta o un olor raro, es muy probable que haya una infección. Lo primero que tienes que saber es que no debes quitarte el piercing de inmediato, porque eso puede hacer que la herida se cierre por fuera y se infecte por dentro. Mala idea.
Lo mejor que puedes hacer es seguir con la limpieza dos veces al día con suero fisiológico, y reforzar con compresas tibias con sal marina. Si el pendiente se puede mover, hazlo suavemente (con las manos limpias) para que el líquido salga y no se quede atrapado.
En infecciones leves, esto suele ser suficiente. Pero si notas fiebre, la hinchazón aumenta o no mejora en 3-4 días, ve al médico. Podrían recetarte antibiótico o recomendarte retirar la joya de forma segura. Y si el piercing te lo hiciste en un sitio dudoso o con material de mala calidad… mejor no juegues con tu salud y busca una revisión profesional.