SMOKING SHOP
Nuestra tienda online ha llegado
DESCUBRE NUESTRAS SUDADERAS, CAMISETAS CON DISEÑOS EXCLUSIVOS Y MUCHO MÁS.
Hacerse un piercing no termina cuando sales del estudio. A partir de ahí, empieza la parte importante: cuidarlo bien. La limpieza no es opcional, es clave para que cicatrice sin problemas y no acabe dando guerra.
No hace falta complicarse con productos raros ni tocarlo a cada rato. Con una rutina sencilla y constante es suficiente. Aquí te explicamos cómo desinfectarlo bien desde el primer día, cuándo hacerlo y qué tener en cuenta para evitar líos. Todo paso a paso, sin complicaciones, pero sin saltarte nada.
Contents
Desde el minuto uno, el objetivo es mantener la zona limpia sin irritarla. Usa suero fisiológico estéril o solución salina, nada más. Evita el alcohol, el agua oxigenada y las cremas cicatrizantes: no ayudan, y pueden alargar el proceso.
Limpia la zona dos veces al día. Lávate bien las manos, aplica el suero con una gasa estéril o un bastoncillo, y pasa por los bordes sin mover el pendiente. Después, seca con otra gasa o deja que se airee. Nada de toallas ni papel higiénico: pueden dejar restos o bacterias.
No hace falta girar el piercing ni moverlo de sitio. El cuerpo se encarga de adaptarse, pero solo si no lo forzamos. Si ves costras o secreciones claras, es parte del proceso: límpialas sin rascar. Cuanto menos lo toques, mejor curará.
Durante la primera semana, la limpieza tiene que ser constante: mañana y noche, todos los días. Si sudas mucho o haces deporte, puedes añadir una limpieza extra puntual, pero sin sobrepasarte. Irritar por exceso también es posible.
A partir de la segunda semana, si todo va bien, puedes bajar a una vez al día. Lo importante es observar: si hay enrojecimiento, inflamación o picor, mantén la rutina más estricta. Cada cuerpo va a su ritmo.
Algunos piercings cicatrizan en semanas, otros en meses. No te confíes porque lo veas bien por fuera. Sigue limpiando incluso cuando parezca curado, al menos hasta que no haya molestias ni secreción. Y si tienes dudas, consulta con el profesional que te lo hizo. Vale más prevenir que curar.
Un poco de enrojecimiento o inflamación los primeros días es normal, pero si la zona se pone muy roja, caliente, hinchada o empieza a supurar pus amarillento, puede que haya una infección. Lo primero: no quites el pendiente, aunque te moleste. Eso podría cerrar el canal y atrapar la infección dentro.
Sigue limpiando con suero fisiológico y evita tocarlo más de la cuenta. No uses antibióticos sin receta ni cremas cicatrizantes agresivas. Si en 48–72 horas no mejora o va a más, acude a un profesional: un piercer con experiencia o directamente a tu médico. Cuanto antes actúes, más fácil será frenarlo. Una infección tratada a tiempo rara vez da problemas serios.
Hay errores comunes que hacen que un piercing se irrite aunque lo estés limpiando bien. El más típico: tocarlo con las manos sucias. A veces lo hacemos sin darnos cuenta, solo por costumbre o por curiosidad. Otro clásico: mover el pendiente pensando que “así no se pega”. Totalmente innecesario y dañino.
También conviene evitar ropa ajustada o tejidos que rocen directamente, sobre todo en piercings de ombligo, pezones o cuello. Nada de meterse en piscinas, jacuzzis o mar durante las primeras semanas. Evita productos como colonias, maquillaje o cremas cerca de la zona.
Y sobre todo, no cambies el pendiente antes de tiempo. Aunque parezca curado por fuera, por dentro puede estar aún abierto. Dale tiempo, y si tienes dudas, pregunta antes de actuar.