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En Ronda no hay mar, pero hay vértigo. Sus calles se asoman a cortados imposibles, y cada paseo puede acabar con una vista que parece de postal. Desde el Puente Nuevo hasta los rincones más tranquilos, esta ciudad andaluza tiene miradores que dejan sin palabras (y con muchas fotos en el móvil).
Aquí te traemos una ruta con los mejores miradores de Ronda: algunos clásicos, otros más escondidos, todos con vistas que merecen parada, respiro y un buen “wow” dicho bajito.
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Si vas a Ronda por primera vez, hay paradas obligatorias. Y la mayoría están alrededor del Puente Nuevo, el símbolo más reconocible de la ciudad. En esta zona se concentran varios miradores desde donde ver el Tajo desde distintos ángulos. Algunos están a ras de calle, otros algo más escondidos, pero todos tienen una cosa en común: te dejan con la boca abierta.
Este es el punto más típico (y con razón). Desde aquí tienes una panorámica frontal del Puente Nuevo cruzando el Tajo, con la garganta cayendo a plomo justo debajo. Es la foto más buscada de Ronda.
Suele estar lleno de turistas, pero vale la pena. El mejor momento es al atardecer, cuando la piedra se tiñe de dorado y todo parece sacado de una peli. Si llegas temprano o con paciencia, también puedes pillar el sitio perfecto para la foto sin cabezas delante.
Justo al lado del Parador y casi pegado al Puente Nuevo, este mirador tiene una de las vistas más completas del Tajo. Es como ver la garganta desde el palco, con los edificios colgando del abismo y el fondo del cañón estirándose hasta el horizonte.
Hay bancos, algo de sombra y suele estar un poco menos masificado que el frontal. Ideal para parar un rato, tomar aire y dejar que el paisaje haga su trabajo. De noche también tiene su punto, con la iluminación de los arcos del puente brillando sobre la piedra.
No tiene cartel oficial, pero todo el mundo lo conoce por el nombre que se ha ganado por su impacto: “el balcón del vértigo”. Porque sí, impone. Está justo al bajar una escalinata junto a la plaza de toros y asoma sobre una pared vertical que cae sin aviso
Es pequeño, con una barandilla metálica que da respeto si no te gustan las alturas, pero la vista es espectacular. No es raro que se te escape una exclamación al mirar hacia abajo. De los más auténticos, intensos y vertiginosos de Ronda.
Este conjunto de terrazas ajardinadas está en la otra ladera del Tajo, justo enfrente del casco antiguo. Desde aquí ves las casas colgantes, el Puente Nuevo y toda la garganta desde una perspectiva diferente.
Es menos concurrido que los otros miradores y tiene varios niveles conectados por escaleras. Perfecto para una parada más tranquila, con buena sombra y bancos donde sentarse a contemplar sin prisa. Si vas en primavera, las flores le dan un punto extra.
Si te alejas un poco del centro, Ronda te regala otras vistas menos saturadas, igual de impresionantes y con un aire más tranquilo. Son miradores más abiertos, donde se siente el campo, el viento y la inmensidad del paisaje serrano. Perfectos para caminar, respirar y ver Ronda desde fuera… que a veces es como mejor se ve.
Situado al final de una calle tranquila en la parte alta de Ronda, este mirador es poco conocido y eso lo hace especial. Desde aquí se domina el Tajo desde arriba, pero también buena parte de la ciudad nueva y el campo abierto al fondo.
Es un sitio silencioso, ideal para ir al atardecer y ver cómo la luz se va retirando de los tejados. No hay apenas turistas, y eso le suma muchos puntos si buscas fotos sin codazos o momentos más íntimos con las vistas. También tiene bancos y sombra, por si quieres parar un rato largo.
Este paseo bordeando la cornisa del Parador es uno de los secretos peor guardados de Ronda. Aunque está cerca del bullicio, al andar por aquí sientes que todo se calma. A un lado, la ciudad; al otro, el vacío y el Tajo.
El camino es corto, con bancos escondidos entre los setos y vistas continuas del barranco. Es el sitio perfecto para pasear sin prisa, con el sonido del viento y las cigarras como banda sonora. Y si vas de noche, la iluminación tenue y el silencio hacen que parezca otro sitio.
Ubicado en el Camino de los Molinos, este mirador está algo más apartado y requiere un pequeño paseo cuesta abajo desde el centro. Pero el esfuerzo vale la pena. Desde aquí el Puente Nuevo se ve en todo su esplendor, recortado contra el cielo, con el barranco cayendo a sus pies.
Hay una explanada de tierra donde puedes sentarte en el suelo y ver cómo las nubes se deslizan por el cañón. Es salvaje, más natural, y perfecto si quieres otra perspectiva sin tanta gente alrededor. Ideal para fotos distintas o para hacer un picnic improvisado con vistas.
Este rincón está justo al lado de uno de los antiguos accesos amurallados de la ciudad, el Arco del Cristo. Tiene una vista preciosa del campo ondulado que rodea Ronda, con olivares, caminos de tierra y cortijos salpicando el horizonte en todas direcciones.
Suele pasar desapercibido porque está algo escondido, pero si vas caminando desde el casco antiguo hacia los Molinos, es una parada perfecta para tomar aire y sentir cómo cambia la energía al salir del núcleo turístico. También puedes aprovechar para ver parte de la muralla y otros restos históricos de la zona.
Si lo tuyo son los paisajes abiertos, las montañas suaves y la calma rural, estos miradores son para ti. Todos están un poco más alejados del bullicio del centro, con vistas al campo andaluz, al valle del Tajo y a la sierra que rodea Ronda. Perfectos para respirar hondo, sentarte un rato y desconectar del mundo.
Uno de los más accesibles y clásicos de Ronda. Se encuentra al final del parque del mismo nombre, justo antes de que el terreno caiga a plomo sobre el valle.
Tiene varias balconadas de hierro forjado que asoman al vacío y bancos para quedarse un buen rato. Desde aquí puedes ver el cortado, los campos de cultivo y, si el día está claro, hasta pueblos del entorno. Ideal para ver el atardecer con tranquilidad.
Este mirador es un homenaje a todos esos escritores y artistas del siglo XIX que cayeron rendidos ante los paisajes de Ronda. Está justo al lado del Puente Nuevo, en un lateral más discreto, pero con vistas potentes.
Tiene un cartel con citas literarias y una panorámica de postal. No es el más grande ni el más alto, pero tiene ese punto literario y melancólico que lo hace diferente. Perfecto para los que viajan con cuaderno.
Este está más escondido y requiere bajar por un camino de tierra desde el casco antiguo, pero merece la pena. Ofrece una de las mejores vistas al Puente Nuevo desde abajo, además del cañón del Tajo y las antiguas casas colgadas.
Si te animas a caminar, verás los restos de los viejos molinos que daban nombre a la zona. Es un plan redondo si buscas algo más activo y diferente. Lleva buen calzado y agua, sobre todo en verano.
Una antigua entrada a la ciudad por la parte baja del Tajo, medio oculta entre vegetación y piedra. No es un mirador en el sentido clásico, pero tiene vistas espectaculares y mucho encanto.
Desde aquí ves el río Guadalevín, los acantilados y la parte baja del puente. Además, suele haber poca gente, así que puedes disfrutarlo con calma. Muy recomendable si te gustan los lugares con historia y silencio.
Este no es un mirador puntual, sino un paseo que discurre entre campo abierto y pequeñas elevaciones con vistas. Sale desde la parte alta de Ronda y atraviesa zonas rurales, olivares y cortijos.
A lo largo del camino hay varios puntos donde parar, mirar y respirar campo puro. No tiene barandillas ni placas, pero sí esa sensación de amplitud que solo se encuentra lejos del centro. Ideal si te apetece andar un rato sin rumbo fijo.